El Asilo de San Jaime y San Saturnino, ubicado en el barrio de Chamberí en Madrid, fue una iniciativa benéfica impulsada por don Manuel Girona, conde de Eleta. Este establecimiento de carácter privado fue construido en una manzana del Ensanche delimitada por las calles Menéndez Valdés, Andrés Mellado, Fernando el Católico y Gaztambide. Su objetivo, según los estatutos, era claro y noble: «dar acogida a niños huérfanos de padre y madre, desamparados y pobres, educarlos, darles alimento, vestidos, y enseñarles un oficio o una carrera corta, según sus aptitudes».

El edificio fue diseñado con un enfoque funcional y sencillo, basado en un sistema de pabellones independientes, para garantizar la comodidad y salubridad de sus instalaciones. Las fachadas, simples pero alegres, reflejaban el espíritu de acogida y esperanza que caracterizaba al asilo. Una comunidad de monjas se encargaba de su gestión y cuidado de los niños, pero la historia de este lugar cambió radicalmente con el tiempo.
Durante la Guerra Civil Española, el asilo siguió en funcionamiento, pero bajo una nueva realidad. David Seymour, fotógrafo polaco de origen judío y fundador de la agencia Magnum, documentó la vida en el orfanato durante este periodo de transformación. Seymour visitó el establecimiento, que había pasado de estar bajo la dirección de una orden religiosa a ser gestionado por las autoridades republicanas y jóvenes militantes. Las imágenes que capturó reflejan esta nueva etapa, mostrando a los niños mezclándose en los pasillos y comedores, levantando el puño en señal de apoyo a la causa republicana. En una escena conmovedora, los pequeños posan alrededor de un lujoso oso de peluche con ruedas, simbolizando la inocencia en medio del caos.

La Junta de Defensa de Madrid asumió el control del asilo durante la guerra, y tras el conflicto, la institución fue renombrada como el Asilo del Cristo de la Victoria. A pesar de seguir cumpliendo su labor durante algunos años más, el edificio fue finalmente demolido en la década de 1960, desapareciendo así un pedazo de historia que había sido testigo de la solidaridad y el impacto social en tiempos convulsos.