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Rosario Weiss: La Discípula de Goya que Resurge en el Prado con su Alegoría de la Atención

Cada descubrimiento que se lleva a cabo en el mundo del arte causa expectación y, a quienes amamos este mundo, una alegría. Si además al descubrimiento sumamos que es de una artista que falleció joven, de quien se habla poco en los manuales de arte, y está envuelta en la leyenda de ser posible hija natural de Goya, el interés aumenta.

Desde el 4 de octubre, se exhibe este autorretrato a lo mitológico, como alegoría de la atención, junto a las efigies de los mejores artistas de su tiempo, en la sala icónica. Adquirido por el Museo del Prado, se exhibe en la sala 62A del edificio de Villanueva, identificado gracias a un dibujo del Museo del Romanticismo.

La obra, fechada en 1841, se creía perdida y se ha identificado gracias a un dibujo del Museo del Romanticismo. Fue concebida como pareja del autorretrato «Alegoría del Silencio», perteneciente al Ayuntamiento de Burdeos. Ambas fueron presentadas en la Sociedad Filomática de Burdeos en 1841. «El Silencio» pasó a la colección del Ayuntamiento de la ciudad, pero «La Atención» desapareció durante años.

La incorporación de esta obra a las colecciones del Prado es un nuevo paso en el compromiso del museo por visibilizar el papel de las mujeres artistas y enriquecer el discurso sobre el arte español del siglo XIX. Esta adquisición se enmarca en una política de recuperación del legado de las pintoras españolas anteriores al siglo XX, iniciada en 2020, que ha permitido exhibir obras de artistas como Antonia Bañuelos, Carlota Rosales, María Blanchard y Aurelia Navarro.

¿Pero quién fue Rosario Weiss Zorrilla?

Nacida en Madrid en 1814 y fallecida en 1843, Weiss fue una magnífica dibujante, litógrafa y copista, discípula de Goya. Hizo de su pasión su profesión y alcanzó grandes metas en una época donde las mujeres rara vez llegaban a destacar en el arte.

En su necrológica, Juan Antonio Rascón escribió: “Falleció prematuramente a causa de una infección intestinal. En la flor de su edad, en el momento en que más debía haber brillado su ingenio, la muerte arrebató a España una artista que hubiera sido su gloria; porque si tan temprano había llegado a sobresalir en el difícil arte de la pintura, ¿qué no hubiera alcanzado en lo sucesivo? Mucha más alabanza merece una mujer que, sobreponiéndose a las dificultades que le ofrecía su sexo, ha sabido vencerlas con éxito feliz.”

Las circunstancias personales de Weiss son excepcionales. Hija de Isidoro Weiss y Leocadia Zorrilla, pronto su madre fue acusada de adulterio por su esposo, rompiendo la familia. Leocadia y sus hijos, Guillermo y Rosario, pasaron a vivir con Goya en la Quinta del Sordo entre 1820 y 1824.

Goya notó el talento de Rosario para el arte y comenzó a enseñarle dibujo a los siete años, siguiendo un método no académico que favorecía la creatividad. Cuando Goya se exilió en Burdeos, Rosario quedó bajo la tutela de Tiburcio Pérez, donde perfeccionó técnicas como la tinta china.

Cuando Goya decidió exiliarse en Burdeos para huir del absolutismo de Fernando VII, Rosario quedó bajo la tutela del arquitecto Tiburcio Pérez. Allí comenzó a emplear la técnica del difumino y la tinta china, copiando los Caprichos de Goya con gran exactitud, ganando premios en su juventud.

Ya en Burdeos con su familia y Goya, Rosario ingresó en el estudio de Pierre Lacour, donde comenzó a usar colores y perfeccionó su técnica. El método académico de Lacour consistía en copiar obras maestras y luego trabajar del natural. A los 10 años, Rosario ya dominaba la litografía, aprendida de uno de los pioneros de esta técnica. Realizó prácticas con los tapiceros Vernet, lo que consolidó su formación artística.

Tras la muerte de Goya en 1828, la familia regresó a Madrid en 1833 con dificultades económicas. Rosario inició una carrera de copista con notable éxito. En 1836, la reina regente María Cristina le otorgó una licencia para copiar obras en el Museo del Prado, siendo las copias la principal fuente de ingresos de la familia. Entre sus copias destacadas están la Mona Lisa de Da Vinci, la Salomé de Tiziano y obras de Zurbarán y Goya.

También participó en exposiciones de la Real Academia de San Fernando entre 1834 y 1842. Su habilidad como copista fue tan admirada que, en ocasiones, llegó a realizar copias tan exactas que pasaban por originales. Sin embargo, tras la muerte de su cómplice en estas actividades, Serafín García de la Huerta, dejó de practicar este tipo de trabajos.

En 1837, Rosario se convirtió en socia del Liceo Artístico y Literario de Madrid, participando en sus exposiciones hasta 1839, y retrató a algunos de sus miembros más destacados. La revista del Liceo publicó sus litografías, siendo La Pasiega (1838) la única obra de una mujer artista que se incluyó en sus páginas.

A pesar de su éxito en la litografía, Rosario nunca llegó a sentirse del todo satisfecha con esta técnica, ya que no lograba capturar con la misma precisión la finura de sus dibujos.

En 1840, fue nombrada académica de mérito en San Fernando en la sección de pintura de historia, siendo eximida de realizar los ejercicios reglamentarios. En 1841, obtuvo la medalla de plata en la Sociedad Filomática de Burdeos con su lienzo El Silencio, pareja de la obra La Atención, en la que se autorretrata como Diana cazadora.

Rosario Weiss, Virgen de la contemplación, ca. 1840. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

En 1841, Rosario solicitó a Argüelles el puesto de maestra de dibujo de Isabel II, siendo nombrada en enero de 1842. A los 28 años, enfermó, y Vicente López, pintor de cámara, continuó con sus clases. Tras seis meses de enfermedad, reanudó sus lecciones en Palacio. También fue maestra de música para las regias discípulas, según relata Pérez Galdós en Los Ayacuchos. Aunque el solfeo resultaba aburrido, Rosario desplegaba bondad y dulzura, concluyendo los estudios con canciones fáciles aprendidas de memoria, algunas compuestas por ella misma.

Sin embargo, su puesto de maestra real fue breve, ya que el 31 de julio de 1843, Rosario falleció en Madrid de cólera morbo. Su biógrafo, Juan Antonio Rascón, atribuye su muerte al susto causado por un motín popular que presenció al salir del Palacio el día posterior a la salida del regente Espartero. Solo tenía 29 años.

“… las sangrientas escenas que había presenciado en Barcelona el año anterior la afectaron profundamente, y una terrible inflamación la llevó al sepulcro”.

La deuda con Rosario Weiss ha sido saldada poco a poco. En 1956, el historiador del arte y especialista en Goya, López-Rey, inauguró la historiografía dedicada a Rosario al identificar 77 dibujos de la Hispanic Society que se consideraban goyescos, pero ahora se atribuyen a su discípula. En 1966, la especialista en Goya Eleanor Sayre dio a conocer dos dibujos de Weiss en el Museo de Baltimore. En 1982, se presentaron varias estampas y dibujos de Rosario procedentes de colecciones francesas.

En 1997 y 2003, el investigador Álvarez Lopera continuó aportando documentación sobre su obra. En 2008 se publicó la primera monografía de Weiss, que incluía varios paisajes. Ese mismo año, se le atribuyó el retrato de los duques de San Fernando de Quiroga. En 2013, el Museo del Prado adquirió su Retrato de una dama de Burdeos.

En 2015, se amplió el catálogo dedicado a Weiss con ocho dibujos y la copia completa del álbum Caprichos, entre otras 50 obras más. Ese mismo año, la Biblioteca Nacional de España le dedicó una muestra con más de un centenar de dibujos, litografías y óleos procedentes de diversas instituciones, como el Prado, Lázaro Galdiano, Museo del Romanticismo, BNE, Biblioteca de Burdeos, además de colecciones privadas.

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