
El convento de la Trinidad, que desde el siglo XVI estuvo ubicado en la calle de Atocha en Madrid, dejó un extenso terreno vacío tras ser derribado en el año 1900. Este espacio fue parcelado, dando origen a la calle del Doctor Cortezo, que hasta 1929 se conocía como calle de la Nueva Trinidad. A lo largo de esta nueva vía surgieron nuevos edificios, algunos dedicados al ocio, como frontones, cines y teatros, de diversos estilos arquitectónicos. El más moderno de estos es el Teatro Fígaro, de estilo racionalista, similar a la Imprenta Municipal de la calle Concepción Jerónima, obra de Francisco Javier Ferrero. Aunque su fachada se ha mantenido fiel a la original, su interior ha sido modificado debido a los daños sufridos durante la Guerra Civil y las exigencias de las nuevas medidas de seguridad.
El Teatro Fígaro fue construido en 1931 por el arquitecto Felipe López Delgado, miembro del GATEPAC (Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea). Fue inaugurado el 11 de noviembre de 1931, y un año más tarde se presentó en la Exposición Nacional de Bellas Artes, donde obtuvo la medalla de plata.
Curiosamente, el edificio no fue concebido inicialmente como teatro, sino como cinematógrafo, anunciándose en sus inicios con el nombre de Cine Moderno. Sin embargo, los Hermanos Álvarez Quintero, quienes propusieron el nombre de Fígaro en homenaje al escritor Mariano José de Larra, convencieron al promotor, el pelotari Ildefonso Anabitarte, para añadir un escenario. Finalmente, el edificio se inauguró como Teatro Fígaro.
¿Quién era Ildefonso Anabitarte?

Anabitarte fue un pelotari vasco que hizo fortuna en los frontones de La Habana y Miami. A su regreso a España, fundó escuelas de raquetistas en Guipúzcoa y Madrid. Sus pupilas fueron las primeras mujeres en jugar profesionalmente en el Frontón Madrid de la calle Cedaceros, hasta que estos partidos fueron prohibidos tras la Guerra Civil.

Anabitarte estaba casado con la cantante Esperanza Pastor, conocida en América, aunque menos en España. Es probable que su relación con ella influyera en su decisión de transformar el cine en teatro. El telón del Teatro Fígaro se levantó por primera vez con la actuación de la compañía de la actriz Eugenia Zuffoli, esposa del tenor José Bódalo y madre del célebre actor español José Bódalo.

Zuffoli protagonizó la velada inaugural en beneficio de la Asociación de la Prensa de Madrid, en honor a Larra, lo que explica el nombre del teatro. Curiosamente, el mismo día de la apertura, en el cercano Teatro Pavón, se estrenaba la famosa revista Las Leandras, con Celia Gámez como primera vedette.
A pesar del éxito inicial, el Teatro Fígaro no logró mantener el público esperado y fue reconvertido en cine hasta 1969. Aunque hubo alguna incursión teatral, como la obra «Prostitución» de Ana Adamuz, no tuvo continuidad. Tras la guerra, el teatro volvió a funcionar como cine, proyectando películas alemanas, mientras que en la época republicana predominaban las películas soviéticas.
Después de varias reformas, el teatro recuperó su estatus como cine de estreno, aunque su futuro en esta faceta parecía incierto. En 1969, se levantó el telón nuevamente como teatro, actividad que ha mantenido hasta la actualidad.
La fachada del Teatro Fígaro es uno de los elementos más auténticos que se conserva del edificio original. Aunque las letras del rótulo de 1931 no son las originales, en su lugar se instaló un anuncio de neón que, a principios del siglo XXI, fue reemplazado. El arquitecto Antonio del Castillo llevó a cabo una reforma exhaustiva, recuperando el grafismo original de la palabra «Fígaro» y revocando la fachada, dejando al descubierto el ladrillo visto. En su interior, destacan la distribución de los espacios, las escaleras y los vanos, todos característicos del movimiento racionalista.

El edificio se erige sobre un terreno alargado y estrecho de 720 m². A diferencia de los teatros tradicionales, donde el patio de butacas es perpendicular a la calle, en el Fígaro este es paralelo, debido a las limitaciones espaciales. Cuenta con dos vestíbulos: uno principal, presidido por un cuadro de López Delgado, y otro que da acceso al anfiteatro, que originalmente contaba con dos niveles, hoy fusionados en uno.

Uno de los elementos más llamativos es la decoración del vestíbulo principal, donde se encuentra un mural titulado «Reunión de románticos» del pintor Ponce de León, miembro de la Generación del 27. Trágicamente, Ponce de León fue asesinado al inicio de la Guerra Civil, acusado de falangista, con tan solo 27 años. Otro de sus murales, «El descanso», decoraba el anfiteatro y fue restaurado por el Museo Reina Sofía para una exposición que buscaba recuperar su legado. Tras la muestra, quedó permanentemente en el museo.
Aunque la superficie del teatro se ha mantenido igual, su decoración ha cambiado drásticamente. El zócalo de mármol negro que rodeaba el perímetro del edificio ya no existe. El sistema de iluminación, que en su momento era muy avanzado, fue destruido durante la Guerra Civil. Además, el patio de butacas fue modificado, eliminando el pasillo central para mejorar la visibilidad, y los dos anfiteatros originales se fusionaron en uno solo, rodeado por una barandilla recubierta de latón, similar a la proa de un barco.

El escenario, que no fue concebido inicialmente para funciones teatrales, carecía de la infraestructura típica, como el peine o una embocadura sólida. Sin embargo, a lo largo de los años, se realizaron numerosas mejoras en el escenario y se modernizaron los equipos técnicos, permitiendo que el teatro siga funcionando con éxito hasta nuestros días.
