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Título: El Origen de Rodilla: Una Historia de Éxito y Tradición

El 24 de diciembre de 1939, Antonio Rodilla Rodríguez inauguró un colmado de embutidos con obrador en un pequeño local de apenas sesenta metros cuadrados, ubicado en una esquina de la Plaza de Callao. El joven comerciante lo bautizó con el apellido familiar: Rodilla.

¿Pero quién era Antonio Rodilla Rodríguez?

Natural de Guijuelo, Salamanca, nació en 1909. A los 20 años se trasladó a Tetuán, protectorado español de Marruecos, donde inició un negocio de coloniales a través del cual distribuía productos porcinos producidos por su familia en Salamanca. Al concluir la Guerra Civil, se trasladó a Madrid con 27 años, invirtiendo el dinero ganado en África en varios negocios.

Aquella primera tienda en plena Gran Vía para vender embutidos al corte era un local de apenas 60 m², con un sótano utilizado como obrador para servicios de repostería y charcutería. Eran los años 40, tiempos de posguerra y racionamiento, lo que dificultaba la distribución de sus mercancías, principalmente embutidos salmantinos.

Rodilla vendía fundamentalmente embutidos al peso: barras de jamón de york, jamón serrano y queso cortadas en lonchas. Sin embargo, pronto observó que sus clientes no querían saber nada de la parte trasera de estas barras, que en gran medida se desaprovechaban.

Para darles salida, inventó un nuevo producto: el sándwich, formado por pan inglés (pan de molde) y las sobras del fiambre. Este pan era muy suave y ligero, sin corteza, permitía un mayor tiempo de conservación y estaba inspirado en el sándwich inglés, un producto del que el comerciante había oído hablar, pero que aún era una rareza en España.

 

La combinación de un pan diferente, blando, resistente al paso del tiempo y más barato en una época de escasez, con los diferentes rellenos, supuso un éxito arrollador. La popularidad de Rodilla y sus emparedados pronto se extendió por todo Madrid. Fue un éxito total.

Tiempo después, abrió un segundo establecimiento: la cafetería La Favorita en la calle de la Montera, que cerró a finales de los años 50. En ese momento, inauguró la Cafetería La Española, la primera cafetería de Madrid tal como se entienden en nuestra época, que vendía también batidos y siropes, y una fábrica de helados en Postigo de San Martín, que después se trasladó a la Plaza de Legazpi. Ya por esos años, el sándwich de ensaladilla rusa era famoso. La primera tienda de Callao se convirtió en la cadena de alimentación Rodilla, que se extendió por toda la ciudad en los 70.

Sus emparedados eran baratos y fáciles de llevar, de manera que la gente los comía por la calle, mientras paseaban o compraban. También solían llevárselos a las sesiones en los cines de la Gran Vía o los consumían a la salida de las películas, generando enormes colas en la Plaza de Callao.

Fue en esos años cuando Antonio decidió darle una vuelta más a su negocio e introducir una barra para que los clientes pudieran hacer una parada rápida y degustar alguno de sus emparedados en el propio local. El despacho de sándwiches para llevar evolucionaba… sin saberlo, Antonio Rodilla acababa de introducir en España el concepto de “fast food”, ya que, hasta entonces, los españoles solo comían en bares y restaurantes con sillas, mesa y mantel.

Casado y con tres hijos, Antonio decidió, en común acuerdo con ellos, abrir más establecimientos. Así, en 1972, abrió el de la calle de la Princesa, y en 1982, el de la calle de Orense. Al año siguiente, en 1983, Antonio falleció en Madrid.

Ya con Antonio fallecido, el negocio siguió creciendo a través de franquicias, dando el salto a otras provincias españolas. Desde 2015, ya no es patrimonio de la familia. En mayo de aquel año se consumó la total absorción de la compañía de comida rápida por Damm. Cuando Damm acudió al rescate de Rodilla, la empresa había decidido cerrar tras tres años de pérdidas. Fue la tabla de salvación de una empresa construida a la imagen y semejanza de Antonio Rodilla, a quien describen como «un hombre valiente con mucha capacidad para emprender».

La Historia del Sándwich

El sándwich fue inventado por un aristócrata inglés llamado John Montagu, IV conde de Sandwich, o mejor dicho, por sus cocineros, a mediados del siglo XVIII. Montagu fue educado en los mejores colegios de Inglaterra, fue embajador, primer lord del Almirantazgo, mecenas de Händel, y patrón del capitán Cook en su conquista de Hawái, pero su nombre es recordado sobre todo por los emparedados.

Parece ser que el Lord tenía compulsión ludópata, lo que le llevó un día de 1762 a jugar a las cartas 24 horas seguidas, sin levantarse ni para comer. Sus criados se las ingeniaron para improvisar una comida que no interrumpiera el juego y no le manchara las manos. Así, un filete de buey entre dos mitades de pan tostado fue el primer sándwich que el aristócrata devoró sin inmutarse.

Fue tal el éxito que pronto se puso de moda. La aristocracia empezó en sus reuniones a servir los sándwiches de múltiples maneras, permitiendo a numerosas empresas dedicarse a su fabricación, como Rodilla. 

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