El Palacio de Santa Bárbara, también conocido como el Palacio del Conde de Villagonzalo, ha sido testigo de la historia de Madrid desde su construcción en 1866. Situado en la Calle Hortaleza 87, entre los barrios de Chueca y Salesas, este majestuoso edificio es un ejemplo único de la corriente racionalista del siglo XIX, diseñado por el arquitecto Juan de Madrazo y Kuntz.
Con una superficie de 450m2, el palacio destaca por su elegante arquitectura racionalista, inspirada en las tendencias europeas de la época. Su diseño trapezoidal se adapta perfectamente a la forma de la parcela, con un pequeño patio central que organiza el espacio interior. Los detalles arquitectónicos, como el ladrillo, la piedra tallada y los miradores de hierro, añaden un encanto único a su fachada.
El interior del palacio es igualmente impresionante, con seis salones luminosos distribuidos en dos plantas. En la planta baja, dos amplios salones de 41m2 y otros dos de 35m2 ofrecen un espacio versátil para eventos. Una majestuosa escalera de mármol con lucernario de cristal conduce a la planta superior, donde se encuentra el salón principal de 85m2, conectado con dos salones anexos de 35m2 cada uno.
A lo largo de los años, el Palacio de Santa Bárbara ha experimentado diversas transformaciones. En 1916, fue sometido a una importante reforma dirigida por Antonio Ferreras, seguida de otra en 1932 por Ignacio de Aldama. Estas renovaciones han contribuido a preservar su esplendor original y adaptarlo a las necesidades modernas.

Hoy en día, el palacio se ha convertido en un espacio multifuncional, alquilado para una variedad de eventos, como presentaciones, cenas, cócteles y sesiones fotográficas. Su ubicación privilegiada y su arquitectura única lo convierten en un lugar ideal para celebrar ocasiones especiales y crear experiencias inolvidables.
La revitalización del Palacio de Santa Bárbara representa no solo la preservación de un importante patrimonio histórico, sino también la apertura de nuevos horizontes para este emblemático edificio. Con su encanto atemporal y su versatilidad contemporánea, continúa siendo un símbolo de elegancia y distinción en el corazón de Madrid.

