datos culturales

Carlota Rosales Martínez Pedrosa: La Heredera Artística en la Sombra de Eduardo Rosales

Recientemente, el Museo Thyssen-Bornemisza ha inaugurado una exposición extraordinaria titulada «Maestras», que destaca el papel de las mujeres artistas desde el siglo XVI hasta el XX, resaltando tanto sus logros como las dificultades que enfrentaron en un mundo claramente patriarcal. En este contexto, me gustaría presentarles a Carlota Rosales Martínez de Pedrosa, hija del pintor Eduardo Rosales Gallina, quien en su 150 aniversario de fallecimiento, el Museo del Prado dedica una antológica con 26 obras que merecen ser admiradas y celebradas. Pero antes, conozcamos a Carlota Rosales Martínez de Pedrosa.

Nacida en Madrid en 1872, Carlota fue la segunda hija de Eduardo Rosales y Maximina Martínez Pedrosa. Tras el fallecimiento prematuro de su hermana mayor, la familia Rosales se trasladó a Murcia, donde Eduardo había recibido el encargo de pintar los cuatro Evangelistas, inicialmente destinados a decorar las pechinas de la cúpula de la iglesia del convento de dominicos de Atocha en Madrid.

Aunque Carlota nunca conoció a su padre, quien falleció de tuberculosis cuando ella tenía apenas un año, guardó durante toda su vida los recuerdos transmitidos por su madre Maximina y su tío Fernando Martínez de Pedrosa. En 1890, Carlota realizó un retrato de su padre basado en fotografías.

La situación económica de la familia tras la muerte del pintor fue muy difícil, y tuvo que realizarse una subasta pública de sus obras para obtener algo de dinero con el que subsistir. Desde muy joven, Carlota mostró un talento innato para la pintura, y fue introducida en el mundo del arte por su padrino, el pintor Vicente Palmaroli, íntimo amigo de su padre.

En 1887, a los quince años, Carlota obtuvo una beca extraordinaria de dos mil pesetas anuales para asistir a la Academia de España en Roma durante dos años, viajando acompañada de su madre, como correspondía a su condición de menor. Carlota Rosales y Inocencia Aragón fueron las únicas mujeres pensionadas en dicha institución durante el siglo XIX. En Roma, Carlota demostró su talento y se vio profundamente influenciada por el contacto directo con el arte clásico.

Sin embargo, la estancia de Carlota en la Academia no estuvo exenta de dificultades. A pesar de contar con el apoyo de Vicente Palmaroli, algunos de sus compañeros varones la menospreciaron, argumentando la supuesta inferioridad de sus obras en comparación con las de ellos. Esta actitud sexista reflejaba los prejuicios de una sociedad que no permitía igualar a las mujeres con los hombres en el ámbito artístico.

Finalmente, Carlota y su madre tuvieron que abandonar la Academia antes de tiempo debido a las presiones de la institución, lo que tuvo un impacto duradero en la joven artista. Como compensación, se le ofreció una residencia en Madrid, junto con una pensión proveniente de lugares píos.

Tras casarse en 1896 con Miguel Santonja, profesor de Armonía en el Conservatorio de Madrid, la pintura pasó a un segundo plano en la vida de Carlota, quien se dedicó a su familia. Aunque participó en algunas ediciones de la Exposición Nacional de Bellas Artes, donde en 1895 obtuvo una Mención de Honor, Carlota centró sus esfuerzos en la formación artística de sus hijos y en continuar la tradición familiar de artistas en diversos ámbitos.

Eduardo, hijo de Carlota, siguió la tradición familiar como pintor, dibujante y muralista. En 1931, se casó con Elena Esquivias y tuvo dos hijas, Elena y Carmen. Las hermanas Santonja también continuaron la tradición familiar dedicándose a la pintura y estudiando en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde coincidieron con Gloria Van Aersen, con quien formaron el dúo musical «Vainica Doble».

Con su contribución al ámbito artístico y cultural, Carlota Rosales Martínez Pedrosa dejó un legado duradero que continúa inspirando a generaciones posteriores de artistas. Su historia es un recordatorio del talento y la determinación de las mujeres artistas que desafiaron las barreras de género en un mundo dominado por hombres.

Deja un comentario