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Un Icono Olvidado: El Nuevo Club en la Calle Alcalá

Un club privado es un lugar en el que se reúnen personas con un vínculo común. Los clubs estaban reservados para unos pocos, el filtro no era solo económico, dependía de una junta y su criterio. Los clásicos se crearon en Londres en el siglo XVIII, había de varios tipos, pero en todos era obligado lucir vestimenta adecuada; chistera, traje, chaqueta o capa de fumar en los fumoirs y prohibido hablar de negocios. Vamos a conocer uno de los clubs madrileños, el New Club, ubicado en la calle Alcalá.

La calle Alcalá se convirtió desde principio del siglo XX en una vía con edificios notables, casinos, clubs distinguidos, como la “Sociedad Nuevo Club” o más inglés aún “ Casa del New Club de Madrid”, esquina con la calle Cedaceros, construido en 1902 por el arquitecto catalán, José Grases Riera, autor del magnífico edificio de la Equitativa, un aseguradora americana, hasta que se convirtió en el Banco Español de Crédito, hoy el maravilloso Four Seasons.

Se trataba de una sociedad seria, de carácter eminentemente inglés, formada por jóvenes distinguidos, procedentes de familias nobles de Madrid. Se formó a partir de la escisión del “Veloz-Club” fundado en 1870, también de hijos de familias nobles madrileñas que gustaban del deporte, y sobre todo ponían de moda un invento procedente de París: el velocípedo o biciclo.

A finales del XIX, se crea una sociedad “Casa del Nuevo Club”, con el propósito de comprar el solar y el edificio que había en la calle Alcalá n º 44, hoy 24, haciendo esquina con la calle Cedaceros, que entonces se llamaba calle de Nicolás María Rivero, para construir un nuevo inmueble como sede del Club.

La planta de calle alquilaría los locales para negocios, como la joyería Kaas Frères, que eran muy conocidos orfebres de la rue de La Paix en París, en la zona redonda del edificio, La Paulide, floristería de semillas y plantas, ya en calle Cedaceros 3, Modern Style, ropa para señoras, con los últimos modelos de París en el 1905. La Camisería Burgos era propiedad suya.

Lo cierto es que los clubs privados no tuvieron en Madrid el mismo arraigo que en Barcelona, exceptuando La Gran Peña, no hay ningún club similar en tamaño, e instalaciones a otros como el Ecuestre, el Liceo, la Bilbaína o los Labradores. Hay que pensar que, en el siglo XIX, la actividad empresarial, tuviera a Barcelona y Bilbao como sus dos puertos más importantes.

El Nuevo Club, era un lugar de encuentro de empresarios, abogados de postín, banqueros y aristócratas. Lo más destacado era el edificio, la calle Cedaceros era una de las principales de Madrid. En esta calle se encontraba también la sastrería donde más trajes a medida se han cortado en España: López Larrainzar.

Las tertulias serán su principal atractivo, contaba con su propia biblioteca, no tenía instalaciones deportivas ni grandes salones, en general, el socio del New Club acudía sobre todo a descansar, comer, encontrarse con algún amigo. Eso sí, elitista y privado, y las mujeres no tenían cabida.

Y hoy continua su andadura, El Nuevo Club, está presidido por el conde de Valdellano, su restaurante es de los mejores, y las mujeres pueden usar sus instalaciones, pero siguen sin poder ser socias. Se organizan eventos y tertulias.

Poco a poco los negocios de los locales fueron sustituidos, la joyería paso a llamarse J. Diaz en el 1912 y Camisería Burgos en 1909, el único que se mantiene. Andando el tiempo la esquina del edificio del Nuevo Club acoge el mas moderno y refinado café, Ivory.

Inaugurado en 1933, diseñado por los arquitectos Eduardo Nueva y Diego Méndez González, con fachada en mármol, cristal y metal, de grandes ventanales permitían su apertura total, mediante un complejo mecanismo instalado en el sótano, de modo que la terraza y el interior fuesen un lugar diáfano en los meses más cálidos del año. Sillones cromados, techos de madera de bubinga procedente de África de color rojizo y vetas purpuras, remates en cobre y paredes pintadas en tonos claros.

En el Ivory se montaron grandes superficies de duraluminio sin tornillos, anaqueles y mesas de servicio se revistieron de cristal vitralito, que era lavable e inalterable en brillo y color. El Ivory se mantuvo abierto durante la Guerra Civil, ofrecía cervezas, aperitivos, licores. Hoy es una sucursal bancaria.

Y por último contiguo al Nuevo Club estuvo uno de los cafés más emblemáticos de la calle Alcalá: Café Maison Dorée, de estilo modernista, se inauguró en 1905, coexistió con el Ivory durante años. Los arquitectos padre e hijo, Miguel y Pedro Mathet, autores de obras emblemáticas como la Compañía Colonial de calle Mayor 16, diseñaron este local, en el nº 42, hoy 22.

En los meses de estío, sacaba terraza a la calle de Alcalá, allí se hacían las tertulias de Pedro Muñoz Seca, Eduardo Marquina, Carlos Arniches, Antonio Zozaya, Felipe Trigo…

Se anunciaba como café-brasserie, sus propietarios Gisbert y Grasses, pretendían seguir el gusto francés que estaba tan de moda. El café podía tener clientas. Cuando se cierra, en los años 40, un cronista comentó que había sido un café de moda que se perdió entre las nuevas modas de los nuevos cafés.

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