En la travesía de Trujillos, antes calle del Ataúd, porque en ella vivían los enterradores del cementerio del convento de San Martín y siempre tenían dispuesto un ataúd para los entierros de caridad. Dicho ataúd se guardaba en un tétrico corralón y era conocido como el ataúd de “quita y pon”, comunitario, que servía para dignificar las honras fúnebres y procesión de entierro de misericordia de personas indigentes. Luego eran sepultadas en bastos cajones de madera sin labrar en el cementerio de la Buena Dicha, entre las calles de Silva y Ceres (esta última desapareció al construirse la Gran Vía). A este camposanto fueron llevados los muertos en el cuartel de Monteleón del día del 2 de mayo de 1808, como Clara del Rey, Manuela Malasaña…
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