Una de las nobles más conocidas del siglo XVIII, inmortalizada por los pinceles de Goya, la Duquesa de Alba, de innumerables títulos y nombres, más conocida como Cayetana, hija única, en cuya vida se mezclan los datos reales y novelescos, gustaba de los toreros y de las fiestas del pueblo, rivalizó con la propia reina María Luisa, en lujos y atuendos.
Falleció joven en 1802. Un 17 de noviembre de 1842, con motivos del traslado de sus restos mortales desde su sepultura original en la capilla de los Alba en la Iglesia del Salvador y San Nicolás al cementerio de la Sacramental de San Isidro, se descubrió que su cuerpo había sido parcialmente mutilado, al ser colocada en el ataúd, su altura impedía la correcta postura, y le serraron los pies para que cupiese. En 1945 sus restos se volvieron a exhumar para llevar a cabo una autopsia que revelo la causa de su muerte, meningoencefalitis de origen tuberculoso. Se descartaba así la sospecha de envenenamiento del que fue acusado Godoy
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