El Parque del Retiro esconde un sinfín de curiosidades, entre ellas las ruinas de una pequeña ermita, la de San Pelayo y San Isidoro, de estilo románico estaba originalmente en Avila. Fue construida extramuros, frente a la puerta de la Malaventura en el paño sur de la muralla, hacia el oeste. En su recuerdo queda un espacio conocido como Atrio de San Isidro.

En el siglo XIX la iglesia pertenecía a la Asociación de Labradores es entonces cuando cambia su advocación a San Isidro. En 184 el edificio esta muy deteriorado, se ordena su derribo. En 1876 se aplica la ley de desamortización, los restos se venden a particulares. Un ingeniero y empresario con aficiones arqueológicas compra sillares y elementos arquitectónicos, y lo vende a la Real Academia de la Historia en 1893. La nueva ubicación de la iglesia fue en los jardines del Museo Arqueológico y su destino sería, además de mostrarla como reliquia del románico, utilizarla como capilla en la que se diría misa con el rito mozárabe todos los domingos.
Pero todo quedó en un proyecto hasta que Cánovas del Castillo en 1896 se interesó por el monumento y el museo lo cedió al Ayuntamiento de Madrid. Se ubicó entonces en el Parque del Retiro, bajo la supervisión de Velázquez Bosco, cerca de la Montaña Artificial, rodeado de vegetación y árboles centenarios.
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