Entre la calle Tudescos y Libreros existio una callejuela durante 500 años conocida como «calle del perro», pues atado a la puerta de la casa de don Enrique de Villena había un mastín negro. Los madrileños evitaban pasar por esta calle porque decían que el animal echaba mal de ojo.

El tema es que la intensa vida de Villena obligado por Enrique III de Castilla a ingresar en la Orden de Calatrava como Gran Maestre, le permitió estudiar libros prohibidos por la Iglesia, textos árabes, hebreos, griegos, tal vez hoy destruidos por la Inquisición. Asi que se hablaba que en su casa había libros prohibidios de magia negra, nigromancia, alquimia. En esta calle del Perro fue apresado por la Inquisición acusado de pactar con el diablo y fue condenado a prisión, murió por fiebres en 1434. Hubo que matar al mastin para acceder a su casa y quemar los libros y el instrumental científico.
Esta calle y otras 13 desaparecieron con la construcción de la Gran Vía. La Casa de Villena estaría actualmente a la altura del nº 50 de esta calle
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