Se trata de un singular ejemplo de arquitectura militar construido por orden de Felipe V para alojar su guardia personal.
El primer rey Borbón encargó construir el Cuartel de los Reales Guardias de Corps al entonces Corregidor del Ayuntamiento de Madrid, el Marqués de Vadillo, quien a su vez en 1717 encargó el proyecto a Pedro de Ribera, maestro de obras y alarife de la Villa. El rey ordenó que contribuyesen los lugares distanciados hasta diez leguas fuera de los contornos de la villa. Y que la contribución ciudadana se realizase sin distinción de clases, según la hacienda, bienes o rentas de cada cual. Así, los madrileños tuvieron que costear la construcción del cuartel.
Se edificó junto al convento de Nuestra Señora de los Afligidos, para alojar a 600 guardias y 400 caballos». Es más grande que el Palacio Real, con sus 58.777 metros cuadrados. En cuanto al nombre hay varias versiones, unas a que hace referencia al conde-duque de Olivares valido del rey Felipe IV, otras que el nombre viene de su asentamiento en el solar que fue palacio del conde de Aranda y duque de Peñaranda.

Una curiosidad es el nevero, una fresquera bajo tierra que se llenaba de nieve prensada para conservar los alimentos de los militares, a principios del XVIII, un lugar enorme y abovedado. El cuartel formo parte de un sistema de comunicaciones mediante telégrafo óptico en el siglo XIX, la torre telegráfica era la numero uno de la Línea de Castilla que comunicaba Madrid con Irún .
Hoy el Cuartel del Conde-duque es un espacio consagrado a la cultura, guarda tesoros de la historia de Madrid desde el siglo XI, documentos sobre fueros, costumbres, música, arquitectura, prensa.
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