Recorriendo el Madrid histórico te das cuenta de que aún quedan vestigios del caserío de otros siglos, de como la falta de terreno para edificar en la capital, obligó a erigir casas realmente estrechas y profundas.
Una de ellas se encuentra en el nº 61 de la calle Mayor donde vivió Calderón de la Barca. Un edificio que a punto estuvo de ser demolido pero que la acertada intervención de don Ramón de Mesonero Romanos lo impidió. Llegó a pasar una noche en vela sin permitir que obrero alguno se acercara al edificio y con ayuda de sus contactos consiguió que se elevara un mandato para que se conservara. También tenemos en la calle Postas, 6, otro edificio muy estrecho en cuyos bajos se encuentra uno de los comercios típicos de venta de hábitos religiosos, Sobrinos de Pérez. Y en la calle Vicente Ferrer, 24 hay otro bloque, casi mimetizado con los adyacentes, cuyas medidas de fachada parecen imposibles.
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