Francisco I de Francia, rey seductor, mujeriego, de imponente fisico, mecenas del arte, valiente guerrero, fue reducido por un austero Carlos I y los ejércitos hispánicos.
Un 25 de enero de 1515, Francisco I era coronado Rey de Francia en la catedral de Reims y en 1516, al morir Fernando de Aragón, dejaba escrito que su nieto, Carlos heredara el Reino de Aragón y el de Castilla ante la incapacidad de la reina Juana. Se inicia una rivalidad que llegaría a lo personal.
Uno de los muchos enfrentamientos fue la Guerra Italiana entre 1521-1526, nuevo intento del rey francés por buscar la hegemonía en Europa. Al igual que el resto de caballeros, el Rey francés padeció los estragos de los arcabuces españoles. Derribado de su montura, el Monarca fue capturado por el vasco Juan de Urbieta en la Batalla de Pavía, 1525.
Fue llevado preso a Madrid donde permaneció un año en la Torre de los Lujanes y en el Alcázar, hasta que accedio a firmar el ignominioso Tratado de Madrid que le obligaba a renunciar al Milanesado, Génova, Náoles, Borgoña, Artois y Flandes.
En Madrid recibió un trato cortes, paso un año en una «jaula de oro», participando en jornadas de caza y bailes, aunque hubo varios intentos de fuga. Su espada, capturada en la batalla, permaneció en España 283 años, hasta el 31 de marzo de 1808 fecha en que fue entregada en Madrid al ejército invasor francés para hacérsela llegar a Napoleón Bonaparte.
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