Francisco de Goya adquirió en 1819 esta finca en la zona del Puente de Segovia, entre las calles Caramuel, Doña Mencía, Juan Tornero y Baena, abandonando la suya muy próxima a Palacio (entre la Calle Santiago y Espejo) probablemente por miedo a represalias con la vuelta de Fernando VII.
Estaba ubicada en un paraje solitario y en el paisaje que tantas veces reflejó en sus Caprichos.
Pero lo excepcional de la casa era que decoró sus paredes con las famosas Pinturas Negras, un soporte difícil de mantener con el tiempo, teniendo en cuenta el fatal desenlace de la vivienda.
A pesar de todos los intentos porque se mantuviera en pie como homenaje al gran genio, la finca fue derribada hacia 1930. Su último propietario el Barón D’Alanger, propuso al pintor Martínez Cubells que las «pasara» a lienzo y así poder salvarlas. La cuestión es que esa técnica de traspaso no estaba muy depurada y se perdieron bastantes zonas de pintura. Laurent llego a tiempo de fotografiarlas en 1874.
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